Apareció nuestro primo
desde Francia y sereno
para el cortejo.
Regresa con hijas
que me preguntan
que dónde fue la tormenta.
Apareció nuestro primo
para la misa y a tientas
Yo le mandé una carta formal
con estampilla y postal.
Algún recodo pensó
que era una llamada de auxilio.
Él creyó que volvía,
yo creí que me iría.
Y en el ir y venir,
nos atrapó la misma herida
No responder una carta
impone el silencio
que se da a los muertos.
Entre nosotros
no ha variado la distancia
y a pesar de este encuentro
permanecemos lejanos
como se miran los muertos.
.
.
.