MIS AMIGOS

A mis amigos llenos de rabioso orgullo
de lesiones cerebrales y florales
les brotan aves por la piel
y la metralla.

Les gusta caminar por las cornisas de las nubes
sin saber sus reglamentos
y lanzarse en picada hacia las fieras
con todas sus muletas, caries y rabietas.

Manejan contra el tránsito, rebotan en la historia
de todas sus arrugas y salen victoriosos al regreso
de sus viajes a pesar de sus cálculos biliares
y el reclamo de sus novias.

Mis amigos que están muertos tantas veces
se les remueve el pecho por culpa de sermones
y voy a la botica a buscarles nuevas frases pectorales
para acompañarlos aunque con ellos muera.

Tocan piano mis malditos como locos
pregonando fe de erratas, vergüenzas y verdades.
Juntos apretamos nuestra lágrima de ira
coreamos el valiente pentagrama,  y lloramos.

Ángeles mortales como diucas, como dioses, como piojos
Silban en el éxodo como próceres del himno
y a pesar del combate desigual e incomparable
iluminan más rincones que la cuenta de la luz.

Trabajan por el pan como si amasar fuera su hostia
y se comen el pedido del negocio de menestras
sin limpiar la mesa de unciones y traiciones
porque eso no es para valientes como ellos.

Vestidos como Zevi  como Almagro y como el Che,
venteados de perfumes,  de brisas y serenos
pronuncian sus discursos como críticos solemnes
y le caen perdigones,  salivazos  y perdones.

Además de lenguas muertas y traposas
hablan italiano, francés y el alemán
pero  con la boca llena pronuncian guturales
en el idioma  que más me gusta a mí.

Mis amigos detestan a Serrat y los adornos de Gaudí
pero aman el ornato de madame
que a la hora incandescente de la tarde
les permite el beneficio de la duda.

Benditos por el amor de sus palomas 
también son amadores de respeto.
y las pocas plumas que les quedan
las cuidan con esmero. Quedan pocas pero vuelan.

Y son perpetuos los huesos que les duelen
y gloriosos los conceptos del supuesto
y  sumamente inteligente
la doctrina dura para virar el  rumbo

para cambiar los aires muertos
por tempestades gigantescas
por eso a veces nada entiendo
pero voy a su pelea porque donde mueran; muero.

Son aqueos, espartanos y  cómicos comiendo mocos
y lisa y llanamente delincuentes según los prominentes
ciudadanos de respeto, cancilleres y decanos.
Pero más que nada mis amigos son; tremendos locos.

Es olímpica la aurora en una gota de rocío que segregan
y grandiosa la noche de su  voz en una  uva.
Debieran escucharlos cada cierta vez
como si fueran la Cadena Nacional dirigiéndose al país.

Viajan en témpanos azules de novelas que no escriben
cambian las fronteras de un país imaginario.
Imaginaria es la ardiente teoría de su pensamiento
y tienen siempre la razón.

A pesar que se duermen en la fila
en el bus y en los sepelios, me reclaman
del café ardoroso, del costo de la vida
y que vivo en la punta de los cerros.

Navegan viento en popa hacia sus mártires
que son los amores que se fueron,  las heridas que se abren
las puertas que se cierran, volantines que se mojan
y la tremenda ira del vacío contenido.

Son los semidioses salvando al pordiosero y a los ciegos
cediendo los asientos, sacándose el sombrero
y son el pasto de mis risas
porque son lo que más quiero.
.
.
.

LA COPA


La copa al medio del llenado
tiene al norte el horizonte
donde todo es lluvia contenida.

Allí donde toca la rompiente
el océano del vino se me engendra,
náufrago de líquido se aquieta
turbio, se posa y me contiene.

La copa al medio del llenado
es un averno cada vez que la recuerdo hueca
y la bebo sin sentido y vana.

A medio llenar bebiendo, regreso hasta el abismo
al mirar lo que desciende el cáliz
entre el poco amor que suministro
y la abundancia justa de tus labios.

Esto es beber tranquilamente;
besar.

En la hora justa de la sombra
el ángel lapidario me respira el aire
y la copa sigue siendo el ojo que me mira fijo
sin ver
la ebriedad que me provocan tus labios febles tiritando.

POEMA DE LA ERNA ( al tenor de los recuerdos de Jack Vettriano)

Hoy toca repaso compañeros
y si epopeya de Valparaíso era
bajo los días del malecón militante
hoy lo niegan todos los difuntos, aunque llueva
pero no la Erna.

A la hora doctrinaria en la cantina
que es el bar Cinzano,
permanecen en la sala de espera
detenidos
los alumnos y el traidor nato.

Son 2 horas de plena madrugada en este bar
y no doy con el poema de la Erna.
Ni con dios,
mas doy con todos.
Son 2 horas de liturgia en el Cinzano
siendo cada uno copia de sí mismo
mutilado el jovial de sus amores
y el destino que le tenían preparado.
Son 3
las horas deste bar humeando
100  a los que amo.
En el mingitorio del Cinzano
ya nadie escribe
y yo no rimo en la baranda
a pesar del tango y de la banda.
Viveca me arremete vestida de celeste
para que yo olvide el lienzo rojo
que era la bandera de sus duchas


Andrea nos patea fuera del banquete
y con razón.
Monseñor Vitucho ya no bendice
a este grupo de indecentes.
La Valkiria dejó de amar nuestros combates
y solo tira besos imparciales
porque así lo ordena el protocolo de una reina
El Pájaro se despluma de nosotros.

Liliana nos dejó su beso impreso.

Pancho se despide desde el muerto
Pancho mismo.
Y en Paris con  3
sosteniendo el aguacero
se nos murió Juan Sinn


De todos ellos,
guardo el dibujo de sus pies
señalado en el pliego de una larga caminata
que serpenteando como víbora de fuego
nos dejó encomienda con las marcas de su flama.
Alejandro llora cuando mira las estrellas
Pepe vive amable a pesar de las noticias
pues ha dejado de fumar sin apagar nuestros rescoldos

Carlos amenaza con el paredón popular
(los torturados tiene derecho a una vuelta gratis)
Patricia fue hallada en el Dicom
y no concluye el beso que todos esperaban

Marina me da miedo
pero no la Erna
que me abraza y que me quema.
Max,  
el viejo y el Max  que nos amarra
con las primeras clases
que eran aventuras y guerrillas
bebidas de pura fantasía con tremendos rezos
héroes sin tumbas
y palizas

Ismael es un francotirador de impuestos tristes
tal cual era su fachada combativa.

Mario persiste ajeno y fetal
- Soy el maldito padrino de tu hija Milena Marina - le digo.
Dentro de sus ojos está el abrazo para mí
y para Erna
 A propósito;
nunca sabremos cuánto amamos a los maestros:
Pablo Mondragón,
Kica Schweitzer,
Julio Rojas,
Sergio Rojas,
Ignacio Egaña
Osvaldo Muñoz,
Sergio Benavides
 y Hugo Rivera
Y sobretodo Myriam Waisberg por supuesto.
Eitel ordena las migas de pan dispersas en la mesa.
que serán las transitorias para Gretel
Fernando me sonríe entre volutas
pues conoce las vueltas de la vida
y las penas que desnudan las bandejas tristes
del garzón sin sus propinas en esos bailes.
Al Chico le tiritan los labios.
...Se volcó un vaso de vino
sin derecho a ser nombrado.
Plinio sigue ausente como un ángel
sin arrancarse del rebaño
soñando en la mujer secreta y solitaria
en los pliegues del cartón de una maqueta
donde podrá llorar a oscuras cuando su ángel le toque la corneta.

Lucho habla de lo mismo sin dar traspié
y sin perder a esa mujer que lo atormenta
desde la niñez de invierno.
Y al repasar la lista hay un sólo nombre:

E  U  C  A  R  I  S  T  Í  A

pero en griego para todos ellos.

Y está la Erna.
Que no se mal entienda.

No sé qué hago aquí.
Repito historias viejas con las mismas letras
Y los recuerdo a todos, incluso a mi pasado.
pero al estar frente a cada uno me diluyo
me disperso y contraataco.
Me siento torpe, asustado con cualquiera que se ponga por delante
Eufórico del gesto y del abrazo
sigo fiel con todos
contra el viento sigo a mi bandada
aunque todo esté cambiado
por culpa de tal o cual marea.

Cucho; mira ¡mira!
sigue bella la Antonieta
y la Berta;
la que en otra esposa fue mi vida
Ni me explico!
¿Son las muertas?¿Son las nuestras?
¿Dónde termina el horizonte de la historia de la escuela?
¿O en la batalla te morías haciendo de la espuma rojinegra
páginas de cuentos infantiles?
Son  Berta y Antonieta de huesos y de carne
cubriéndose de estrellas y lunares
mientras dos de todos las recuerdan.

La tormenta nos entierra sin ni un duelo
junto al mar y a dos pasos deste vaso amargo.
Olas de este porte abandonan los fantasmas
del viejo acorazado Argos
del velero carcomido por el miedo.
No es el mar el fondo inmenso, si no este bar
el que nutre de náufragos hermosos
como Ulises o Teseo.

Al pisar la playa blanda como nube
no tuvimos miedo en nuestra incertidumbre.
 y a la sombra de adoquines combativos
nuestros pasos comprobaron lo que era cierto;
la historia transcurrida era apenas un paseo.

Al compartir este panfleto o crónica patriótica
un 19 de noviembre del 93
Sonia me pregunta:
¿Qué es poesía hoy que estoy de cumpleaños?
Y Cárcamo Rubén emite su carcajada solitaria
de nazareno en su madero apolillado.
Yo hablo de Vallejo
del que murió lloviendo a cántaros
y del poema Gebla
políticamente por supuesto.
Julio de su camioneta de 25 millones.
Más valía la fe de Paul Éluard
que lo cubría en sus primeros pasos
con esa claridad que da tremenda risa
Vuelvo a fumar señor Zeno, y comentamos:
Al chistoso le darán el Nobel
y al marcado el Nacional
uno sobrevive por el caldo de cabeza
y el otro por tan sólo militar.
Persistimos voyeristas con el gran angular.
Por si acaso
a nadie más le interesa ese ganado.

…Y que sigan los portazos con el lenguaje superado
valpozando en la cresta del murelio.
Son cosas del pasado con su trozo de luna que preciso
o aves marinas y salobres
cruzando el resto de las tumbas de las olas
o espejo azul del cielo que evapora
a gran velocidad nuestros sepulcros
y alborota.



Repetimos algún verso de Cortázar. Capítulo 68.
Aparece un sacerdote simulando un vendedor de biblias
con su vocabularia espada
relampaguea como siempre las mentiras viejas.
El Maharichi derivó en juez de menores
La vanguardia fue descuartizada.
- ¡Qué duda cabe!- Miren todas esas canas
perdiendo sus virtudes
parecen senadores vitalicios
veraneantes.

Erna, camarada
todo inicio está en la escala del Seguro Obrero
y  en la frontera de los fuegos
que es el par de lunas de tu pecho
pero en un bar,  se acaba toda la jornada.
- En el mingitorio -
para ser exacto
ya que siempre fuimos la carnada.
Antiguas calaveras con los mismos defectos
Desnudos cráneos senatoriales
casi tumbados, todos perfectos.
A la quinta hora del Bar Cinzano, lo somos
casi tétricos,
porque la rima siempre fuerza,
somos todos arquitectos.


Erna no falla, no falla nunca
Nadie sabe por qué lo hace
Tal vez por eso de las ciruelas secas
o por nuestra ropa vieja llena de crespones
en la cual ya asoman larvas rancias
y que ingenuos como somos,
confundimos con pompones.
El viaje es sin retorno
y el boleto es la hoja que se lleva el viento
para levantar la otra semilla.
Vuelvo y vuelo
lúdicamente por supuesto
a los mismos lugares de la Erna
del Jorge, del Pepe Soto
y de la Esther ¿y tú quién eres?

Vuelvo a hablar de Vallejo y de Gebla
mas carne a carne golpeannos la mesa
y se derraman desde el cielo viejo
sucesivamente, como vasos
frágiles, baratos,
mansos como besos,
los comensales.

A la Erna deseosa
siempre le tembló la mano.
Un rucio grita: ¡Viva la arquitectura!
Levanto el pulgar como protesta, el puño, la V,
la palma de la izquierda y la derecha
y aplaco mi sed de venganza en el Cinzano.
Hay que tener siempre
una conducta perfecta en los velorios.


Se tiene Guillén de su presidencia
Se tiene Vladimir de su pintura
Se tiene Agustín del parapente
en la edad de la inocencia con sus hembras.
Se tiene Castro de la sueca
Se tiene el calvo Anabalón
de las llamas que ardieron en su calva
y sus dedos
Moraga convalece con sus hadas moras
sin contaminar, tal como era su deseo.

Son todos ellos los únicos letales que me quedan
y por ellos camino con orgullo
como invicto
sin rendirme y a su nombre.


La Erna se sostiene como siempre
en su pudor rosado
y en el manubrio argento de mi bicicleta pía.

Es sumamente necesario que se formen a un costado del camino
tanto derrotado
y hacia el otro los suicidas
que como blancas dentelladas del mar Rojo 
nos llevarán a esa tierra prometida.


Se juntarán esas paredes
y seremos al final un sólo mar
plagado de tritones y sirenas
propalando sus mitos y leyendas.
No hay guerreros para nuestra reina.
Sólo diptongos
que a su nombre alzan voces con el grito de la guerra.
¡ERNA!
(no te duermas)



Al cielo del Cinzano le sobran manos de pintura
y nos quedamos pegados a su altura
con sus toses y fumadas no caen ni pesares
Nadie se hace cargo de los gastos.
Los gastos generales.
En estos mismos van los mártires y cínicos
amorosos y dolidos, viudos y maestros
con sarcófagos colgando funcionarios
o medallas del mismo corazón envejecido
¡Que lo sepan sus alumnos!



Son las 5 amiga y pienso en ti
A la hora impar
me despido de puntillas,
pendular en cada abrazo para que vuelvan utopías
como besos que alguna vez te di.

El hijo se despide de sus pares
El próximo año conoceré el último dolor
hermano de los primeros sueños.
Es mi destino.
Tal vez yo sea el último en morir
o la Erna
prodigando como siempre
esas rancias bendiciones
que nos caen cual pendones.

..

SUEÑO



Esta dama es mi abuela Auristela Álvarez Barria, Álvarez de Los Grandes como diría ella.
Me llama la atención la simplicidad de su vestido y la ostentación de las joyas de oro. Aros, broche, pulsera, gargantilla y reloj. Lo cual indica que sabía dónde y cómo poner el acento en lo verdaderamente importante. ¡Bandida!


Auristela
amada nutritiva del sepulcro.
A mis hombros yo te subo
abuela que me tocas.

Afírmate rudimentaria
que mis manos ya se ocupan
y de tu carga mis pies caseros.

Confío sólo en el crepúsculo
y en la reja sin rosales de tu escuela.
Con voz del viento, me desvelas.


Tengo fuerza tuyas
para subir  hasta el altar
donde cabe madre
y donde cabe el padre.
Confía
que yo puedo.

Llegaré sin el cansancio
con rosas de papel
para dejarte inmensa una vez más
después del sueño amada
en el sepulcro de la luna que te llena.

Descansa abuela
mientras te sueño, buena.
.

YERRO

















Yerro
cuando exudo y cuanto evoco.


Yerro tan distinto y en sosiego
inoportuno cuando existo


a veces
me equivoco.

EXUDO





















Exudo
ruinas desperdicios y estropicios
Exudo horas pendulares
y vueltas de la vida
en las esferas del reloj


Exudo por supuesto rotaciones
roscas y torcidos
Exudo asimismo lápidas y olvido
parpadeando mis entierros.


Exudo
en  mi cuarta esquina y con mi nudo
mi propio tejido de alimañas segregando.


Me traspasan por supuesto
las miradas.
Y me reptan por lo mismo
los crujidos de los clavos de mi casa
Pues a ella me refiero
cuando exudo.





EVOCO


Evoco
la mesa larga y alba de la bruma.
Evoco mi mantel bordado
con sus frutos y ese vino oscuro y frío.
Evoco
el agua indiferente en el jarrón de vidrio
y una sola mosca en el vacío de la taza.
Evoco
la panera de cristal y la sopera con el vértigo del caldo hirviendo.
Te evoco servilleta con argolla
y lo que ocurre en el parloteo de gaviotas que nunca me concierne.
Y en el pan irremplazable de la abuela.
Y en sus migas que ya ruedan
por los pliegues de la ropa.
Y es que evoco a mi manera
la ceguera de los platos que se han roto
en el vacío del ocio de las copas.
Evoco
bajo la sombra de la mesa
el muro de rodillas visitantes y el despojo forastero,
pero me confundo con las patas de la mesa
y las aristas masticadas de las nubes.
Evoco la familia que me olvida
con la pureza destellante del cuchillo
consumiendo la hostia semanal
o la roja cortesía del cordero.
Evoco
los zapatos con su brillo como espejo y sin sentido
pero más evoco
los delgados zapatos del viajero
y la pureza de esos pasos que me vienen a buscar
por una mesa no servida.



FONTANERÍA

Dale la lluvia al otoño
Que no tiene plumaje
Camina siempre a su lado
Y no pises sus ropas.


Una ave pasa volando
Y cuanto creado sea
anótalo en los muros.

Que no se te olvide.


Un fontanero silva los versos
en el cubo de aire del patio.
En esa balada de otoño
y en la bañera de espuma 
La solterona depila su pena
y  nadie ve sus arrugas.

Lleva un pan crudo
Hasta tu prima rural
Los sueños siempre serán
En el horno cremados
Esa es la pura verdad.


Camina con buen calzado
Ya que si antes se habló
del contrabando de ganado
hoy mal se habla
del Servicio Técnico.


Sirve a la naturaleza
Y a todos sus nombres
aunque te sobren los muertos 
para la rosa maldita.

La verdad
sigue secreta
detrás de esa muerta.
.
.
.

SURFILANDO A LAS MUJERES


Las hembras que me entierran
se llaman entre ellas. Lo sé.
Las hembras y sus hebras;
de nosotros recosidos
al hilván de nuestros hijos
no dan puntada sin hilo
ni zurcido.

Las hembras y sus hilos nos acosan,
Remendados nos olvidan

de la madre tela y del sudario
De tanto paño por cortar
colgamos de un leve hilo.


Nos tijeran de banderas
y nos dejan banderín

de costurero remendón
recosidos en la reja del jardín.


Las hembras hijas costureras
que se atrasan en el baño
incapaces de olvidar mi cumpleaños
y abandonar mi vecindario.


Y las hembras nietas me recuerdan
que no puedo valerme por mí mismo.
Y las hembras que me dicen tío
...
La hembra mía que se va
ya me entierra
puntada tras puntada,
me deshace
puñalada a puñalada
y lo que es peor, me olvida
paletada a paletada.


Y la hembra que yo empleo
también me descose del tejido.


Pero tú mi tejedora
que madejas
y me tejes en tus sedas
¿también me destejes del cosido
y me dejas sin abrigo?
.
.
.

11































Por siempre supuran tus muertos.


Perduran las olas de polvo caliente
y se apagan tus velas mejores.


Por siempre tus muertos abiertos
marchitan de torres mis flores.


En humos persiste la hoguera
y por siempre clavando de furia
estalla el arcángel maldito
en el dintel de tu casa doliente.

Me sentaré en el umbral
televidente.
.
.
.

SANTERIA Y MANIQUIES






































(En la kermesse de Auristela)


Entre las nubes gordas
oran las del mantel
más una.


La virgen sangra en sus ojos
como las velas
de mi Auristela.


Asciende al cielo
su pie desnudo
ya sin pintura,
más una;


Las perlas cuelgan cincuenta y nueve
del cinturón
más la cascada cien son


Y apunta
su dedo el cielo
hasta mi frente blanca
y a mil.


En el escaparate la vi
la tan huesuda ninguna
de cuello extenso la una
de yeso y látex
la dos.


Exactos los brazos flectados
ya me bendicen a cero.
La de la vitrina quiero con luna
y el maniquí a cien mil
y un sol.
.
.
.

COMO NINGUNA

Tú, que caminás desnuda
con elásticos los dedos del tacón
y yo, que tengo ganas propiamente tales,
me despeino a solas prostituta
en todos los trinos del ropero y mi condón.

Abro y me despido paragüero sin bastones
de la cornisa muda y en pelotas.
Tú, que desnudás las arrugas de la cama
en tanta curva plena clara oscura
con rulos en los pelos, uñas rojas y aceitunas
a tiritones diente a diente te desnudas.

Tú que hacés los nidos en los pliegues de la vida
tenés hambre del señor del cielo y su llavero
al que como en otros versos y esos puercos
le falta su mano de pintura,
su dedo petitorio
su miembro enhieste o el hisopo mojado en lavandina.
Lo dice el candelero en tu escritorio.

Mi Malena
asomas entre muslos, huevos y mentiras
cortando finamente las cebollas de receta
pues tus brazos rompen nudillos y caderas.

No estoy cojo, estoy de sopas, humoroso
y de pelo rojo cual Quevedo sin maletas
No estás tú rígida en el catre y sus perillas
si no elasticada y rosa en tus mejillas

Punto y coma.
                                                                        Ida, en silencio, obviamente del jardín
                                                                               de las colillas y a pesar del cenicero, pensativa.
                                                                       Tú, con ojos del amor que nace con alitas ya no fumas
                                                                                      y yo con plumas tuyas
                                                                                      las de la almohada por supuesto y grato
                                                                                      del servicio agradecido pago
                                                                                      con dientes proso y con billetes la Malena
                                                                                      lavandera de todos los hombres desdichados
                                                                                      me besa oral eucaristía y panadera.
.
.
.

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