Recuérdenme caminando en las colinas de Quilpué
acodado
en los miradores de los cerros.
Piensen
en aquellos días en que les saqué la foto.
Hagan
memoria.
Recuerden
mi sonrisa como un piano
al
pasear por todos los buques de la bahía.
Ella
siempre perdura en el reflejo de los vidrios
y en las
ventanas que abiertas permanecen.
Recuerden
la humorada del estudiante deseable
campeón
de la rayuela en la quinta de recreo
cazador
de pulpos y abducido
y que
nos dijo con su novia en la copa de los árboles:
“Ustedes no pueden ser manzanas como yo
y rodar a
los pies de los perplejos”
Mis ojos
ebrios y pequeños,
invisibles
a la rutina, pasan lista
desde el
mar que amé sobre mi Tierra de Fuego
hasta el
que me entristece en la bahía
y por
los vértices de nuestra mesa capital de Chile.
En nuestros ojos llueve todavía.
Amen más y mejor el pan de cada
día
Desnudos pisen el pasto.
Yo,
igual que tú
y que vi
el amanecer
graficado
en las cumbres como un hilo de neón
al
regresar de las barriadas
seré
observado por ustedes.
A ti
traidor, te amé
y no
levanté mi dedo ni con el pensamiento
A ti
fiel amigo, te lloré cuando partías
A ti
libertaria, te soñé embanderada
A ti
correligionario del tinto y de los versos, nunca te olvidé
A ti
cantor, dispuse mis oídos
A ti
vagabundo, te abracé de amanecida
A ti
bufón, partían las carcajadas de mi casa
A ti
purificador, te convidé algunos pecados
y al
inquisidor le hicimos morisquetas
A ti
generosa, te acompañé ilusionado
A ti
confesor, que no me quitaste ni un pecado,
te
agradezco la oración y el signo de la cruz
que es
el mejor saludo del adiós
Valen más las buenas intenciones que las viejas bendiciones.
A mi
hijo
le
agradezco sus abrazos desde el niño poderoso
A mis
hijas el abrazo fino y el cariño de sus ojos.
En ellos
siempre estuvo mi destino.
Y a ti
mujer,
te
agradezco el abrazo intermitente
y el
café con polvos de amor que me ofrecías los domingos.
No
olvides alimentar a los canarios con alpiste
y
permanece atenta a las huellas de colillas en el patio
Sé que
al paso de los años me deshice
pero mi
nombre siempre fue Rubén y suficiente.
Te lo
dije.
Voy al
maestro
Voy a
otro exilio
a
recordarlos abrazados
fraternos,
jubilosos
solidarios
con el país que alguna vez soñamos
y que en
nuestros corazones permanece
Voy un
paso al frente de ustedes
en la
punta del tablón de los corsarios
y voy un
paso tras ustedes
numerando
las promesas inconclusas
contando
las huellas del barro y del limo.
No dejen
de regar los árboles
y sobre
todo los cipreses
que son
los árboles del muerto.
Llevo
esta oración hacia mi padre y a todas mis madres
Auristela,
Raquel, Marina, Susana y Edita.
Interceden
los círculos mis nubes
y sus
rayos nuestras ráfagas
No hay
descanso sin la paz de ustedes
y
siempre es pertinente la mirada de una hermana.
pues
nadie sobrevive sin la vigilia de sus alas.
Mi
guardián
que me
sostuvo sobre los álamos del patio de mi casa
soplando
en las sienes de mi fiebre
camina lleno de confianza entre todos ustedes
y ya estará cansado de tanto parloteo.
A él
tengo extendidas mis pisadas.
Voy de
regreso, amigo público presente
Vuelvo a
casa
con la
oración viva
bajo mis
párpados cerrados.
..