Culminaré cincuenta en esta fecha
enumerando mis dedos que son diez,
mis treinta y dos masticadores menos dos
y todas mis costillas contando algunas falsas.
Mi dualidad pulmonar, mis sistemas y las tripas
todo abraza al animal en este día.
Complacida de superar los treinta y dos fallecidos de mi padre
y los cuarenta de aquel tío
soporta mi cabeza los conceptos
y razones sin sentido.
La partidura al medio sobrellevo bajo el fiel sombrero
y efectivas cicatrices cuaternarias
disimulan los aludes y rodados
de cuando fui mancebo.
Un tercio
reconoce mi dividida soledad
y extrapolando tanta curva de mi piel extensa
vencida por terceras personas y sus tercetos
saluda a los puntos cardinales
con todo lo distante y lo discreto que tiene mi hidalguía
tal cual flamearon mis banderas elegantes
que merecen esas divas socarronas
ejerciendo libremente su pecado capital.
Y a este mínimo común múltiplo
parado altivo en la cresta de la ola
como si fuera el número divino
tres hijos simplemente le suceden.
Todos los parientes muertos le anteceden
y permanentemente
le persigue el horizonte de septiembre
que es el noveno mes
de cada año
en este siglo del milenio descortés.
Monumental diversidad nunca indemne
¿Qué has hecho de tu vida?
Abatido por tanta deuda y su centésima
Buen pagador y cumplidor
Estandarte atroz en tu camisa de once vara
serás el magno evento con tu electroschock
con tu breve estadía en el averno.
Hermano decimal completamente horizontal
Bendecido en tus diplomas y tus grados
Apiádate de mi larga miseria y su hematoma
Ponte en mi lugar o en mi desplome conceptual.
Hasta hoy día culmino diez por cinco
umbilical a mi teléfono
renegando todo enchufe
en mis flaquezas convalezco.
Yazgo en cama.
Yazgo enfermo.
Pienso yerto.
Lo tengo en la punta de la lengua como antena o Dios
Pero es un perdón que a tu venia no someto
pues no comulgaré con tus ruedas de carreta.
Amado seas con piedad
que es cariño ajeno para todo forastero
a pesar de su porte y clarividencia de poeta.
Amado seas con locura
hasta el ridículo
hasta por la curva de los círculos de las montepíadas,
las zurcidoras con sus servilletas policromas
y por mis
corazonadas.
Amado seas por todas ellas,
por los pelos que te quedan
y tus kilos de uñas, las dispersas.
Amado seas por los árboles plantados en hileras
por los clavos enterrados
y los golpes en el dedo que te han dado.
Amadas sean tus costuras, los parches y tus ropas
Y tu flaca arquitectura durmiendo en los laureles del parnaso
Ah, y la palabra
juguete fluido de la viuda,
esa manilla clásica y antigua
que te golpeó en cada portazo
que te ame, como tú amas la sopa.
Y aquellos que te dieron la espalda,
a la luna me refiero y no a la tropa
al crepúsculo, a los nocturnos
al igual que los sonetos, los otoños y las lluvias
sácales la lengua, levanta el anular
hasta ensartar la ira en el ojo de la luna.
Sin gemir te dirá la tuerta
que sólo te fueron dados los ladrillos
esos simples aparatos de los hombres
imitando la verdad de toda piedra.
Comenzaré cincuenta, mi querido
como si por primera vez abriera un libro,
como si por primera vez
los párpados develaran mi arzobispo
mi funerario céntimo en cada uno de mis truculentos méritos.
Doce apóstoles disparan su individuo en el madero
“llena la edad de sí toda quejarse “
y la teoría tectónica global de bloques
suspiró cuanto sombrero pudo sostener mi cráneo.
Y del síndrome de introversión autista
que atropelló al infante en cada misa
me tienen sin cuidado cinco heridas
Hubo cero
en las cavernas al fondo del lago;
innumero y escondido.
Hubo uno
que al reventar la edad del hielo
fue fiel en todos sus latidos.
Y fuimos dos
multiplicándonos por tres al estallar el cielo
Tú, mujer, lo sabes
Hago lo que puedo.
Que aspiro a ochenta y uno
la vida de mi abuelo y otro mes y un día
indeleble en su blancura y su galena, ya lo sé.
Incluso a ochenta y tres
la vida de mi abuela con sus clases
sus cursos de verano, sus radicales prácticas
y su potente guaripola
tirando el carro victorioso con sus canas
y su millón de manos con sus tarsos
antes de cumplir ochenta y cuatro
Superaré cincuenta mi querida
a pesar del aguacero y de la patria
Llegaré a París y sus cigüeñas
a pesar de lo francés que hay en mí
de lo teutón, legislativo y aditivo
le sacaré brillo a mi aborigen apellido.
Juro que haré mejores panes
Y los jabones que me enseñó mi abuelo
me quedarán mejores
Y al soplar cincuenta velas
llegaré a los cien
aunque algo en mí no quiera.
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