y tan ancha
como el árbol junto al río
que impide sus faldeos.
La montaña está muy lejos del liceo
Cordillera de los Andes.
La montaña bajo el pasto se ha perdido
en las grandes extensiones de la pampa
a pesar de ser gigante.
La montaña es
más alta que la casa de mi perro
y mas pequeña que mi dedo.
La montaña es más cierta que los truenos
y es santuario obligado de los sueños
en la estación de invierno y la difunta.
La montaña cubre Afrodita con encajes
al lado más inmenso de mi pecho
y sostiene el rojo intenso de la tarde
cuando en casa están de duelo.
La montaña se amarilla cada día
y ennegrece cada noche
sobre el techo de mi casa.
La montaña es cabecera de la muerta
elegida por la luz de la ventana
y esgrime su ademán de nieve
si en la puerta asoma la mortaja
con un pequeño miedo
del cual es parte la montaña.
(Morro Chico, Magallanes
.
.
.
